“Cuando hablamos de reconocimiento emocional estamos hablando de la posibilidad de una restauración identitaria, de una validación del self, de una confirmación de las necesidades y demandas del sujeto, de sus capacidades y recursos, de sus heridas y lesiones. Porque las heridas originales tienen que ver con la desconfirmación de los otros,
de las personas emocionalmente significativas, los padres o cuidadores principales (no ser visto, no ser oído, no ser tenido en cuenta, ser menospreciado) o con su expresivo rechazo, donde “no es aceptada la imagen que se propone” (p. 73) (Boxo y otros, 2013).
De ahí que, toda experiencia reparadora de lo identitario se sustentará en ese proceso de reconocimiento. Este aspecto es esencial en la forma en que un profesional desempeñará su labor como psicoterapeuta. La psicoterapia, desde este punto de vista, debe promover un desempeño donde el reconocimiento, emocional y social, son el eje medular del trabajo de la psicoterapia, como experiencia restauradora de la autoconfianza, de la dignidad y del autorrespeto.” (p. 197-198)(De Pablo, 2025)(“Ética del reconocimiento emocional en psicoterapia“).

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