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Acto de presentación del libro

El próximo viernes, 30 de mayo de 2025, se realizará en Cádiz, el acto de presentación de mi último libro "Ética del reconocimiento emocional en psicoterapia. Reflexión, desobediencia y transgresión", en el salón de actos de la Asociación de la Prensa de Cádiz (c/ Ancha, nº 6), a las 19,00 horas.Aunque el acto es abierto al público, se aconseja a todas las personas interesadas en asistir, que lo comuniquen por este mismo medio para evitar problemas de aforo.

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DE PADRES E HIJOS (6a y última parte)

El momento más crucial en la relación del varón con el padre es su muerte. El declive físico, la enfermedad y la visible fragilidad del padre provoca una inevitable compasión, ternura e inevitables sentimientos de culpa por los múltiples conflictos vividos, por los enfados y deseos de aniquilación alimentados en el conflicto intergeneracional. Desaparece en el hijo, habitualmente, el deseo de lucha; el conflicto pierde sentido e interés, el dolor y la necesidad de reparación se hacen presentes. El polo edípico se diluye y el polo Telémaco se intensifica.El proceso que se detalla está impreso en el ciclo vital del varón, y según las experiencias vividas en la relación, el desarrollo variará y se hará más amable y fluido, o más complejo y difícil.Quiero recordar que, gracias a la psicoterapia o a determinados acontecimientos en la vida del varón, el proceso de reparación de la relación padre-hijo puede permitir una mayor comprensión de la figura del padre y de sus circunstancias vitales y de los patrones relacionales que se desarrollaron. Permitirá una mayor autorregulación emocional y una mayor capacidad reflexiva. Esto no quita que, si la experiencia traumática ha sido muy profunda, cuando se presenten momentos de estrés emocional intenso, reaparezcan respuestas ligadas al conflicto intergeneracional y al dolor vivido por la ausencia de reconocimiento emocional, fruto de las heridas sufridas.

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DE PADRES E HIJOS (5a parte)

Siguiendo con los diferentes momentos en el ciclo vital de las relaciones hijo-padre, quiero incidir en el periodo en el que el hijo accede a la paternidad. En torno a la edad de 30-40 años (según el momento etario actual de acceso a la paternidad), el varón que va a ser padre se siente en la necesidad de revisar y repensar la figura del propio padre así como de los patrones relacionales mantenidos. Algunos hombres directamente desertan de la función paterna, evaden las responsabilidades que esta supone o, directamente, abandonan a la pareja y a los hijos, ya sea por miedo o por desapego.En cualquier caso, el varón se confronta y revisa la figura del propio padre, empieza a entender y a acercarse al hombre que era su padre, a comprender las dificultades que surgen en este momento vital. Empatiza y se hace eco de los esfuerzos, problemas, dedicación y amor que están presentes en esta etapa. Reconoce los enfados, las frustraciones y la ambivalencia que persiste, el amor y el cansancio, las satisfacciones y obligaciones o responsabilidades que es preciso asumir. Para una asunción sana de la paternidad, el varón necesita realizar un movimiento de renuncia, de desprendimiento, imprescindible para construir una paternidad responsable (De Pablo, 2023).Todo esto suele desembocar en un acercamiento importante. Aún así persistirán los desencuentros, en función de cómo haya sido el equilibrio o el desequilibrio entre el polo edípico y el polo Telémaco de la relación. (Continuará)

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DE PADRES E HIJOS (4a parte)

Tras la lectura de los testimonios recogidos en el libro “En el nombre del hijo” de María Charles, que he ido comentando en diferentes posts bajo este mismo título, me gustaría hacer algunas reflexiones de interés.El hijo varón contiene, en sí mismo, dos polos en la relación con el padre (De Pablo, 2021, 2022, 2023 y 2025). El polo edípico, estructurado en forma de conflicto intergeneracional, donde el hijo lucha contra los mandatos paternos, se rebela y pretende vencer (“matar”) al padre (Freud). Y el polo Telémaco, excelentemente descrito por Kohut y por Recalcati, que se representa en una constante búsqueda y anhelo por el abrazo y por el reconocimiento del padre. Si el padre real es excesivamente autoritario y rígido, el hijo encuentra razones y justificaciones adecuadas para su lucha y su rebelión. En el caso de que la falta de reconocimiento, las humillaciones o el maltrato hayan estado más presentes o hayan sido más intensos, el hijo alimentará rabia, rencor y rechazo. Siempre buscará al padre desde el conflicto y sentirá la herida de la ausencia del padre. Si, por el contrario, el padre es excesivamente inocuo, débil y visiblemente frágil, el hijo suele avergonzarse y rechazarlo, en este caso como una forma de reivindicar lo “masculino” que se vive como ausente y pobremente representado.  En ambos casos, el hijo propondrá una identidad donde de destacarán las diferencias de los modos que mostró el padre, aunque esta diferencia será más aparente que real. Con el tiempo reaparece el fantasma del padre, de forma directa o en su negativo. Esta diferenciación, habitual en la adolescencia y en el joven adulto, es necesaria para un proceso saludable de crecimiento y desarrollo emocional y social, y sufrirá modificaciones a lo largo de determinados acontecimientos del ciclo vital. Este proceso se verá afectado, visiblemente, en dos momentos posteriores: el acceso a la paternidad del hijo y la muerte del padre. Pero de esto hablaremos más adelante. (Continuará)

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DE PADRES E HIJOS (3a parte)

Siguiendo con el libro de María Charles, encontramos el testimonio del escritor Javier Fernández de Castro, sobre la relación con su padre:“Así como la etapa primera de matar al padre, la pasé sin sorpresas, sin ahorrarme una sola lágrima o un solo sofocón de los que hay que pasar, pero sabiendo qué estaba pasando en cada momento, la que sí me ha pillado muy desprevenido, es la etapa de recuperación del padre, de identificación con él. Yo había pensado que una vez libre de aquel personaje molesto o que una vez reducido a su condición de víctima (como los demás) vendría una etapa de reconocimiento de tu propia orfandad, primero ficticia, y luego (una vez muerto de verdad) oficial. Pero en el fondo pensaba que todo eso de ocupar el lugar del padre era algo simbólico, o sea, más literario que real. Pero, sobre todo años después, me he dado cuenta de que no acabas todo tu proceso espiritual hasta que no has recuperado totalmente esa figura y no has asumido la parte de ti que le corresponde a él, y si verdaderamente continúas negándola, no llegas a madurar. Yo me di cuenta de que me estaba pasando eso por una cuestión física; en una ocasión en que me estaba quitando una espinilla o algo así, me miré cerca en el espejo y vi que se me estaban formando en las pupilas unos anillos que también tenía mi padre, pupilas marrones y cercos azules de un azul intensísimo. Es una despigmentación. Y en ese momento le vi a él, que me miraba desde el espejo. No se me había ocurrido que fuera preciso asumir al padre incluso de forma física. Ahora me doy cuenta de que se me están planteando situaciones idénticas a las que él tenía. (…) Así que el proceso de reconstruir la figura de mi padre me está resultando mucho más difícil que el de desmontarla” (p. 173-174).El dilema del hijo varón con su padre, persiste y se desarrolla a través de un proceso que incluye determinados momentos especiales: el primero, la adolescencia y la primera juventud, donde la lucha y el conflicto alcanzan su plenitud en pro de una diferenciación necesaria. El segundo, la paternidad del hijo, cuando la experiencia de la paternidad le lleva a repensar las relaciones con el padre y, por último y especialmente importante, la muerte del padre, cuando se activan muchas culpas y emociones complejas que buscan una reparación y restauración de la relación.

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DE PADRES E HIJOS (2a parte)

Siguiendo lo planteado en el post anterior, en las palabras de Félix de Azúa se reconocen los efectos de las relaciones emocionalmente significativas en la construcción del mundo de cada uno de nosotros. En el mismo libro, Azúa concluye:“Es cierto que tengo una desconfianza atroz de los demás. Eso me hace difícil tener relaciones agradables con otras personas; no me las creo o no quiero creérmelas, les tengo miedo. Yo no he tenido padres, no estoy acostumbrado al cariño. Era un crío, listo y sentimental, que en su infancia no ha aprendido el contacto con las personas, tocar sus cuerpos, dejar que le besen, etc. A mí me incomoda la confianza. Solo conozco el código de las actitudes agresivas” (p. 94).La crianza amorosa alimenta importantes diferencias. Cuando, en el mismo texto de María Charles, Fernando Savater habla de la relación con su padre, desemboca en reflexiones y emociones muy hermosas e integradoras. Dice Savater:“Recuerdo como uno de los momentos más impresionantes, un día, ya muerto mi padre, una mañana afeitándome, en que de pronto me di cuenta de que me parecía a él. Me miré al espejo y me di cuenta de que me parecía y que en cierta forma lo era, porque ya estaba establecido en el mundo, tenía un hijo, y tuve un sentimiento de recuperación de la ternura, de comprensión de que todo venía a esto, que yo estaba de alguna forma, justificándole a él y entendiendo lo que significaba la función de padre. Por eso la paternidad ha sido también importante para mí, ha sido como recoger un testigo, como tomar el relevo” (p. 108-109). (Continuará).(Imagen, obra de Pedro Trueba).

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DE PADRES E HIJOS (1a parte)

Cuando me interesé por la relación padre-hijo, que fructificó finalmente en mi libro “El ciclo de Andros” (2021), leí a autores que habían relatado en sus obras la propia relación con el padre. En Kafka, Auster o Roth encontré claves interesantes del desencuentro y de los dilemas masculinos habituales entre el varón y su padre, que reflejé en diversos capítulos del libro. He mantenido este interés y, posteriormente, leí con interés a Juan Villoro en “La figura del mundo”, tras una sugerencia de Marcelo Pakman.Recientemente Javier Ortega Allué hizo mención de un librito de María Charles, “En el nombre del hijo”, donde algunos autores españoles relatan la relación con sus padres. Conseguí el libro y quiero destacar un párrafo de Félix de Azúa sobre los efectos de la relación con su padre:“Creo que yo no he tenido hijos, y dudo mucho de que los tengan nunca, porque estoy convencido de que reproduciría la situación y lo sabría, estaría haciendo esfuerzos ímprobos para no repetir lo que hizo él y no podría evitarlo. Me daría cuenta de que estaba haciendo lo mismo, porque es una cosa subconsciente y más fuerte que la voluntad o la razón. En el momento en que yo me diera cuenta de que estaba repitiendo a mi padre, me pegaba un tiro. Por desdicha, las mujeres con las que he tenido amores, rara vez han comprendido cuál es el peligro, siempre he quedado como un cerdo egoísta que no quiere tener hijos. Es difícil hacerles entender que me conozco mucho mejor que ellas, y estoy convencido de lo que pasaría. Lo noto con los hijos de los demás: a mí me encantan los críos, los animales y todo lo que es irresponsable y tierno, pero, de repente, tienen una salida un poco mía, se ponen tercos, patalean, y entonces, estoy convencido de que no podría soportarlo, me levantaría, y utilizaría la violencia, y eso es lo terrífico. (…) Nada de eso, estamos absolutamente determinados por lo que hemos vivido y hay que ser prudentes para no repetir las situaciones. Yo no me reproduzco por esa razón” (p. 88-89).(continuará)

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LOS TRASTORNOS EMOCIONALES Y LA AUSENCIA DE RECONOCIMIENTO

Defiendo en mi último libro, “Ética del reconocimiento emocional en psicoterapia”, la importancia de la falta de reconocimiento emocional en las heridas y en el sufrimiento que experimentamos, ocasionado por la ausencia de las necesarias respuestas sensibles por parte de las personas emocionalmente significativas de nuestra vida.“Diríamos que el conflicto o los trastornos emocionales, surgen porque se han producido lesiones morales, ya sea a través de humillaciones, de desapegos, de negligencias, de maltratos o de abusos, lo que supone, en todos los casos, un menoscabo de la dignidad, de la autoconfianza, del autorrespeto y del amor propio, a fin de cuentas, una lesión ocasionada por una negación sistemática dela identidad personal del sujeto (Giusti, 2017). Son, pues, las consecuencias derivadas de las múltiples experiencias de menosprecio que hayamos vivido y soportado en nuestras vidas.En justa correspondencia, la salud individual se construye, pues, en el hecho de que ese reconocimiento social necesario para todo individuo, desde la mirada del otro, sea validante y amoroso, que resuene y visibilice sus emociones y deseos, libres de las restricciones y presiones impuestas por la gramática social” (p. 179)(De Pablo, 2025).

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SEMINARIO SOBRE PSICOTERAPIA INFANTIL SISTÉMICA EN ALICANTE

PRÓXIMO SEMINARIO EN ALICANTEEl próximo mes de mayo, los días 16 y 17, estaré en el Centro Lucentum de Alicante, invitado para impartir un seminario sobre PSICOTERAPIA INFANTIL SISTÉMICA: APLICACIONES PSICOTERAPÉUTICAS durante el sábado 17, dirigido al alumnado y a los profesionales. Mi agradecimiento a Yolanda Mendívil y al Centro Lucentum por contar conmigo de nuevo.

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CONFERENCIA SOBRE EMBARAZO Y CRIANZA EN ALICANTE

El próximo mes de mayo, los días 16 y 17, estaré en el Centro Lucentum de Alicante, invitado para dar una conferencia sobre EMBARAZO Y CRIANZA: LOS DILEMAS DE UNA MATERNIDAD SALUDABLE, para madres, padres, profesores y público en general, en la tarde del viernes 16. Mi agradecimiento a Yolanda Mendívil y al Centro Lucentum por contar conmigo de nuevo.

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Próxima publicación

“ÉTICA DEL RECONOCIMIENTO EMOCIONAL EN PSICOTERAPIA. REFLEXIÓN, DESOBEDIENCIA Y TRANSGRESIÓN”Acabo de recibir el BookPlay de mi libro, que está a punto de publicarse, calculo que en esta semana ya lo tendré en mis manos. Espero que esté vídeo sirva para abrir boca y despertar el interés de los lectores. 🙏

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