PUBLICACIONES 

CUANDO HABLAMOS DE RECONOCIMIENTO EMOCIONAL EN PSICOTERAPIA

“Cuando hablamos de reconocimiento emocional estamos hablando de la posibilidad de una restauración identitaria, de una validación del self, de una confirmación de las necesidades y demandas del sujeto, de sus capacidades y recursos, de sus heridas y lesiones. Porque las heridas originales tienen que ver con la desconfirmación de los otros,de las personas emocionalmente significativas, los padres o cuidadores principales (no ser visto, no ser oído, no ser tenido en cuenta, ser menospreciado) o con su expresivo rechazo, donde “no es aceptada la imagen que se propone” (p. 73) (Boxo y otros, 2013).De ahí que, toda experiencia reparadora de lo identitario se sustentará en ese proceso de reconocimiento. Este aspecto es esencial en la forma en que un profesional desempeñará su labor como psicoterapeuta. La psicoterapia, desde este punto de vista, debe promover un desempeño donde el reconocimiento, emocional y social, son el eje medular del trabajo de la psicoterapia, como experiencia restauradora de la autoconfianza, de la dignidad y del autorrespeto.” (p. 197-198)(De Pablo, 2025)(“Ética del reconocimiento emocional en psicoterapia“).

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CONGRESO FEAP (Noviembre 2025 en Zaragoza)

Congreso FEAP. Noviembre 2025 en Zaragoza Mesas redondas del viernes, 14 de noviembre, donde participo en una de ellas, titulada “Diversidad en las familias”, junto a Mª José Durán y Virginia Cagigal, en el bloque de Psicoterapias de Familia y Pareja

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Reseña

Reseña de "Ética del reconocimiento emocional en psicoterapia. Reflexión, desobediencia y transgresión" de Juan Miguel de Pablo Urban (2025), publicada en La Voz del Sur por Sebastian Rubiales (4/07/2025).

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LA FASCINACIÓN EN EL AMOR

Cuando publiqué “Fascinación y desilusión. Psicoterapia sistémica de pareja” (2019) me extendí en la descripción de la fase de enamoramiento en la relación de pareja, a la que llamé “fascinación”. Leyendo ahora a Rosa Montero en “El peligro de estar cuerda” (2022), me encuentro con este excelente párrafo: “No descubro nada cuando digo que, al enamorarnos locamente de alguien, no estamos viendo la realidad de ese alguien, sino que lo utilizamos como percha para depositar sobre él o sobre ella el ectoplasma del amante ideal. A esto San Agustín lo llamaba amar el amor, porque los apasionados no amamos a las personas, sino la excitación, el maravilloso subidón que nos proporciona el hecho de creernos enamorados. Por eso, el apasionado típico repite una y otra vez el mismo esquema: arroja sobre el primero que le viene a mano su modelo de adoración ideal y lo sostiene pedaleando con la imaginación a toda marcha durante algunos meses, hasta que la realidad va desgastando y pudriendo al espejismo. Momento en el cual apagamos el reflector con el que proyectábamos sobre el otro o la otra la diapositiva del amado perfecto y nos vamos con la música otra parte, es decir, con el ansia de intensidad intacta y el mono de abstinencia aullando en la barriga, a la búsqueda de otro maniquí de carne y hueso sobre el que inventarnos al hombre o la mujer soñados” (p. 215-216).

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CUERPO Y HERIDA, SEÑALES DE LA ESENCIA DEL SER HUMANO

“Para una adecuada transición al mundo adulto, tanto de hombres como de mujeres, mencioné como condición necesaria para este proceso, la importancia de la aparición y de la experiencia de la herida. Retomo un párrafo sobre este asunto, cuando insistí en que las heridas son el producto de vivencias dolorosas, del cuerpo o del alma, que nos muestran y recuerdan nuestra fragilidad y vulnerabilidad, es decir, “que no somos dioses, que somos carne trémula, con fecha de caducidad, vivencias que nos recuerdan nuestra finitud” (p. 28) (De Pablo, 2023a). Continué mi razonamiento aclarando que, este paso del mundo infantil al mundo adulto, requiere del tránsito por un proceso personal donde han estado, visible y sentidamente presentes, nuestras “heridas (las magulladuras, los traumas y los miedos), donde se ha podido diluir en buena medida la coraza o la máscara que esconde (nuestra) fragilidad y donde se ha podido acceder a la vivencia y expresión de una emocionalidad plural y rica” (p. 66) (De Pablo, 2023a).Mèlich (2018) avanza en el concepto al recordarnos que todo este asunto de la vulnerabilidad y de la finitud está soportado en nuestra realidad corporal, de ahí el inmenso peligro que corremos cuando jugamos a la negación de nuestra esencia corpórea.Diría el autor que: “un cuerpo vulnerable es un cuerpo sometido a la carnalidad, (…) Un cuerpo vulnerable no puede vivir sin heridas, sin las cicatrices del pasado, sin las pérdidas y las ausencias, sin los sufrimientos y las muertes que han quedado marcados en la piel y en las entrañas” (p. 106) (Mèlich, 2018)” (En “Ética del reconocimiento emocional en psicoterapia”)(De Pablo, 2025, p. 187)

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LOS PADRES SUFICIENTEMENTE BUENOS DEBEN PODER OSCILAR ENTRE LA PRESENCIA Y LA AUSENCIA

"Vivimos en un periodo donde se ha santificado la omnipresencia de los progenitores sin analizar los efectos nocivos que ello provoca. Me hago eco de las afirmaciones de Alaint Ferrant (2008) que incide en la idea de que podemos sufrir, justamente, por lo contrario, es decir, por un exceso en la presencia o por la impredecible variabilidad de esa presencia.Dice así: "no sufrimos entonces por la ausencia del objeto, sufrimos por su presencia, por las variaciones de esta presencia en «demasiado» o en «no lo suficiente». Son las diferentes maneras de presencia de este objeto que están entonces en juego: intrusión, invasión, imprevisibilidad, disritmia, indiferencia, descalificación, sadismo, la psicopatología del lazo precoz es inagotable" (Ferrant, 2008).Hemos de cuestionar este modo de funcionamiento por inadecuado, porque el padre y la madre suficientemente buenos deben poder oscilar entre la presencia y la ausencia. Garantizar, de una parte, su presencia, su respuesta a las demandas del hijo y, de otra, estar dispuesto a renunciar al afán de sentir al hijo como una propiedad. Esto supone también un regalo para alimentar el crecimiento autónomo.En definitiva, “el humano es un cuerpo herido por las sacudidas de las presencias y las ausencias de los otros, por sus amores e indiferencias” (p. 48) (Mèlich, 2018)” (p. 221) (De Pablo, 2025, en “Ética del reconocimiento emocional en psicoterapia”).

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MIRAR DESDE EL OTRO LADO

Si miramos desde otro lado, aprendemos dónde y cómo estamos ubicados, por ejemplo: “En una colectividad que posea homosexualidad militar institucionalizada, el individuo obstinadamente heterosexual será candidato seguro para la terapia, no solo porque sus intereses sexuales constituyen una amenaza evidente para la eficacia combatiente de su unidad de amantes guerreros, sino también porque su desviación resulta psicológicamente subversiva para la virilidad espontánea de los demás. Después de todo, algunos de ellos, tal vez "subconscientemente", podrían sentir la tentación de seguir su ejemplo. A un nivel más fundamental, la conducta del desviado desafía la realidad societaria en cuanto tal, poniendo en tela de juicio sus procedimientos operativos de orden cognoscitivo ("los hombres viriles por naturaleza se aman unos a otros") y normativo ("los hombres viriles deben amarse unos a otros") que se dan por establecidos. En realidad, el desviado se alza probablemente como un insulto viviente a los dioses que se aman unos a otros en los cielos, como sus devotos lo hacen en la tierra. Dicha desviación radical requiere una práctica terapéutica sólidamente fundada en una teoría terapéutica. Debe existir una teoría de la desviación ya sea, una "patología" que explique esta escandalosa situación (digamos, alegar que se debe a posesión demoníaca). Debe existir un cuerpo de conceptos diagnósticos (digamos, una sintomatología, con los recursos adecuados para aplicarla en ordalías), que en el mejor de los casos no solo permita la especificación precisa de las condiciones agudas, sino también el rastreo de la "heterosexualidad latente" y la pronta adopción de medidas preventivas. Por último, debe existir una conceptualización del proceso curativo en sí (digamos, un catálogo de técnicas exorcistas con sus respectivos fundamentos teóricos adecuados)” (p. 143) (Berger y Luckman, 1966). (Imágenes de Banksy)

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“LAS FORMAS DEL AGUA” de FRAN CAMACHO

El libro de relatos de Fran Camacho me sugiere el ascenso del río Congo que se nos describe en “El corazón de las tinieblas” de Conrad, o a su versión cinematográfica, “Apocalipsis Now”, de Francis Ford Coppola.

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SOBRE LA FIGURA DEL/A TERAPEUTA Y EL TRABAJO PSICOTERAPÉUTICO

Comparto un post de Javier Ortega Allué, del que recomiendo la lectura de su blog “In Itinere”, sobre la figura del terapeuta y su desempeño, donde dice: “El terapeuta no puede hacer semejante trabajo sin hacer uso de sí mismo. Para que la gente se sienta más cómoda con los impulsos vitales que tienen o los integren mejor en su vida, el terapeuta sólo dispone de sí mismo como herramienta”. Y añade más adelante un aspecto que, para mí, es primordial en la concepción de la psicoterapia como un proceso de emancipación:“Para realizar este complejo paso hay, en cierta medida, que desprogramar a las personas acerca de lo que es correcto o no, de lo que es bueno o malo, de lo que es socialmente aceptable o censurable. La terapia es contracultural en algunos de sus aspectos esenciales. En lugar de ilustrado “atrévete a saber”, la terapia nos conmina con un “atrévete a ser”, algo mucho más importante y, sin lugar a dudas, difícil”.

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Seminario cancelado

Para las personas que se mostraron interesadas en el seminario internacional online sobre “Masculinidad y Feminidad- Paternidad y Maternidad”, que tenía previsto impartir los próximos días 14 y 15 de junio, organizado por Rimana, Escuela Sistémica del Ecuador, informaros que lamentablemente, por cuestiones ajenas a mi voluntad, ha sido cancelado. Un saludo y esperemos próximas oportunidades.

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