DE PADRES E HIJOS (6a y última parte)

Publicado el 28 de abril de 2025, 20:43

El momento más crucial en la relación del varón con el padre es su muerte. El declive físico, la enfermedad y la visible fragilidad del padre provoca una inevitable compasión, ternura e inevitables sentimientos de culpa por los múltiples conflictos vividos, por los enfados y deseos de aniquilación alimentados en el conflicto intergeneracional. Desaparece en el hijo, habitualmente, el deseo de lucha; el conflicto pierde sentido e interés, el dolor y la necesidad de reparación se hacen presentes. El polo edípico se diluye y el polo Telémaco se intensifica.
El proceso que se detalla está impreso en el ciclo vital del varón, y según las experiencias vividas en la relación, el desarrollo variará y se hará más amable y fluido, o más complejo y difícil.
Quiero recordar que, gracias a la psicoterapia o a determinados acontecimientos en la vida del varón, el proceso de reparación de la relación padre-hijo puede permitir una mayor comprensión de la figura del padre y de sus circunstancias vitales y de los patrones relacionales que se desarrollaron. Permitirá una mayor autorregulación emocional y una mayor capacidad reflexiva. Esto no quita que, si la experiencia traumática ha sido muy profunda, cuando se presenten momentos de estrés emocional intenso, reaparezcan respuestas ligadas al conflicto intergeneracional y al dolor vivido por la ausencia de reconocimiento emocional, fruto de las heridas sufridas.

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