DE PADRES E HIJOS (2a parte)

Publicado el 24 de abril de 2025, 10:11

Siguiendo lo planteado en el post anterior, en las palabras de Félix de Azúa se reconocen los efectos de las relaciones emocionalmente significativas en la construcción del mundo de cada uno de nosotros. En el mismo libro, Azúa concluye:
“Es cierto que tengo una desconfianza atroz de los demás. Eso me hace difícil tener relaciones agradables con otras personas; no me las creo o no quiero creérmelas, les tengo miedo. Yo no he tenido padres, no estoy acostumbrado al cariño. Era un crío, listo y sentimental, que en su infancia no ha aprendido el contacto con las personas, tocar sus cuerpos, dejar que le besen, etc. A mí me incomoda la confianza. Solo conozco el código de las actitudes agresivas” (p. 94).
La crianza amorosa alimenta importantes diferencias. Cuando, en el mismo texto de María Charles, Fernando Savater habla de la relación con su padre, desemboca en reflexiones y emociones muy hermosas e integradoras. Dice Savater:
“Recuerdo como uno de los momentos más impresionantes, un día, ya muerto mi padre, una mañana afeitándome, en que de pronto me di cuenta de que me parecía a él. Me miré al espejo y me di cuenta de que me parecía y que en cierta forma lo era, porque ya estaba establecido en el mundo, tenía un hijo, y tuve un sentimiento de recuperación de la ternura, de comprensión de que todo venía a esto, que yo estaba de alguna forma, justificándole a él y entendiendo lo que significaba la función de padre. Por eso la paternidad ha sido también importante para mí, ha sido como recoger un testigo, como tomar el relevo” (p. 108-109). (Continuará).(Imagen, obra de Pedro Trueba).

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