DE PADRES E HIJOS (3a parte)

Publicado el 25 de abril de 2025, 15:11

Siguiendo con el libro de María Charles, encontramos el testimonio del escritor Javier Fernández de Castro, sobre la relación con su padre:
“Así como la etapa primera de matar al padre, la pasé sin sorpresas, sin ahorrarme una sola lágrima o un solo sofocón de los que hay que pasar, pero sabiendo qué estaba pasando en cada momento, la que sí me ha pillado muy desprevenido, es la etapa de recuperación del padre, de identificación con él. Yo había pensado que una vez libre de aquel personaje molesto o que una vez reducido a su condición de víctima (como los demás) vendría una etapa de reconocimiento de tu propia orfandad, primero ficticia, y luego (una vez muerto de verdad) oficial. Pero en el fondo pensaba que todo eso de ocupar el lugar del padre era algo simbólico, o sea, más literario que real. Pero, sobre todo años después, me he dado cuenta de que no acabas todo tu proceso espiritual hasta que no has recuperado totalmente esa figura y no has asumido la parte de ti que le corresponde a él, y si verdaderamente continúas negándola, no llegas a madurar. Yo me di cuenta de que me estaba pasando eso por una cuestión física; en una ocasión en que me estaba quitando una espinilla o algo así, me miré cerca en el espejo y vi que se me estaban formando en las pupilas unos anillos que también tenía mi padre, pupilas marrones y cercos azules de un azul intensísimo. Es una despigmentación. Y en ese momento le vi a él, que me miraba desde el espejo. No se me había ocurrido que fuera preciso asumir al padre incluso de forma física. Ahora me doy cuenta de que se me están planteando situaciones idénticas a las que él tenía. (…) Así que el proceso de reconstruir la figura de mi padre me está resultando mucho más difícil que el de desmontarla” (p. 173-174).
El dilema del hijo varón con su padre, persiste y se desarrolla a través de un proceso que incluye determinados momentos especiales: el primero, la adolescencia y la primera juventud, donde la lucha y el conflicto alcanzan su plenitud en pro de una diferenciación necesaria. El segundo, la paternidad del hijo, cuando la experiencia de la paternidad le lleva a repensar las relaciones con el padre y, por último y especialmente importante, la muerte del padre, cuando se activan muchas culpas y emociones complejas que buscan una reparación y restauración de la relación.

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