Si miramos desde otro lado, aprendemos dónde y cómo estamos ubicados, por ejemplo: “En una colectividad que posea homosexualidad militar institucionalizada, el individuo obstinadamente heterosexual será candidato seguro para la terapia, no solo porque sus intereses sexuales constituyen una amenaza evidente para la eficacia combatiente de su unidad de amantes guerreros, sino también porque su desviación resulta psicológicamente subversiva para la virilidad espontánea de los demás. Después de todo, algunos de ellos, tal vez "subconscientemente", podrían sentir la tentación de seguir su ejemplo. A un nivel más fundamental, la conducta del desviado desafía la realidad societaria en cuanto tal, poniendo en tela de juicio sus procedimientos operativos de orden cognoscitivo ("los hombres viriles por naturaleza se aman unos a otros") y normativo ("los hombres viriles deben amarse unos a otros") que se dan por establecidos. En realidad, el desviado se alza probablemente como un insulto viviente a los dioses que se aman unos a otros en los cielos, como sus devotos lo hacen en la tierra. Dicha desviación radical requiere una práctica terapéutica sólidamente fundada en una teoría terapéutica. Debe existir una teoría de la desviación ya sea, una "patología" que explique esta escandalosa situación (digamos, alegar que se debe a posesión demoníaca). Debe existir un cuerpo de conceptos diagnósticos (digamos, una sintomatología, con los recursos adecuados para aplicarla en ordalías), que en el mejor de los casos no solo permita la especificación precisa de las condiciones agudas, sino también el rastreo de la "heterosexualidad latente" y la pronta adopción de medidas preventivas. Por último, debe existir una conceptualización del proceso curativo en sí (digamos, un catálogo de técnicas exorcistas con sus respectivos fundamentos teóricos adecuados)” (p. 143) (Berger y Luckman, 1966). (Imágenes de Banksy)

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